A estas alturas del partido (y me refiero al pleno siglo XXI), debería ser considerado de mal gusto que a los bebés se les vista de celeste y a las niñas de rosado.
Estas es la reflexión de una persona que, atrapada en el glorioso tráfico guatemalteco, no puede evitar sentirse ofendida por la campaña publicitaria que, con la mayor naturalidad del caso, nos presenta a un bebé que en la mitad superior está vestido de celeste y en la inferior, de rosado. What’s that supposed to mean?
Y para ponerle sal al tema, a algún creativo se le ocurre poner el lema “El color lo cambia todo”. ¿Cómo así? El color lo cambia todo solo en la medida en la que lo permitamos. Si nos ponemos puristas, ¿cómo es que una percepción visual basada en la diferencia de longitudes de onda puede definir lo que es masculino o femenino? Eso tiene tanto sentido como permitir que la intensidad de la radiación defina si algo está bien o mal. Es decir: ninguno.
"Mi petición desde el tráfico de la mañana es: miremos con ojos críticos a quienes nos quieren imponer absolutos".
Me preocupa que mientras el mundo se dirige a un universo de menos absolutos y más términos medios (excepto en Siria y otras zonas en guerra), nos encontremos en un mupi aparentemente inocente con la tendencia de convertir el color en esa zona común. Y lo que me preocupa más es que vuelva el celeste-cuarto-de-bebé un absoluto para la masculinidad. Porque la verdad es que ni el género es algo que se pueda plantear en absolutos.
Lo que me lleva a otra parte de esta campaña: la imagen que muestra a una sugerente mujer. En la parte superior, aquella cercana al cielo, de blanco. De la mitad para abajo, con una apretada falda roja. ¿Y entonces?
En el norte de india, el rojo es el color de los vestidos de boda, en muchos ritos fúnebres de Tíbet lo que se utiliza es el blanco. En resumidas cuentas, mi petición desde el tráfico de la mañana es: miremos con ojos críticos a quienes nos quieren imponer absolutos. Hagamos que las zonas comunes sean un espacio de diálogo, ya que a este partido aún le queda mucho tiempo.
El color no lo cambia todo. Somos nosotros quienes tenemos la capacidad de hacerlo.