Es hora de que el gobernante explique las grandes líneas estratégicas con las que piensa afrontar los problemas nacionales.
Empezamos a aburrirnos de escucharle recitar la jura a la bandera y de que pierda el tiempo dando paseos por el mercado. No se le eligió presidente para repartir medicinas vencidas ni realizar encuestas de precios. Su trabajo en estos momentos de crisis generalizada es marcar las grandes líneas de acción, los objetivos estratégicos y supervisar que sus ministros y secretarios los traduzcan en planes y programas.
De los 35 días que lleva usted al frente del gobierno, rescato como apropiada su presencia en el Congreso junto al ministro de Finanzas, exponiendo las razones por las que desea corregir el presupuesto y aprobar una nueva emisión de bonos.
Siento que le faltó explicarle a los diputados y a la ciudadanía el sentido de urgencia que tiene contar de inmediato con una Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) reformada, depurada y trabajando para ganar credibilidad y recaudar los ingresos que necesita el Gobierno para funcionar. De eso, hasta el momento, usted ha dicho poco y desconocemos cuál es su plan.
En desarrollo social, ni usted ni su ministro nos han explicado si piensan implantar programas para proteger a madres embarazadas y neonatos, de la desnutrición aguda y de amenazas de enfermedades prevenibles. ¿Qué hará su gobierno para que desarrollen adecuadamente sus facultades cognitivas? ¿Cómo piensa hacer para que quienes van a la escuela no se duerman en las aulas por carecer de una alimentación apropiada? ¿Va usted a implantar un sistema de estímulos que permita a las familias pobres enviar a sus hijos a la escuela, sin que esto represente una merma en sus precarios ingresos? ¿Cómo piensa desarrollar las destrezas de niños menores de 6 años, para que no tengan dificultades en incorporarse a la educación primaria? ¿Cómo apoyará a las familias de esos niños para que obtengan empleos de calidad que les permitan sacarlos de la pobreza?
Amarrado con todo el tema de desarrollo social, va el de la cobertura y la calidad de la educación pública. En el último año de Otto Pérez, de cada 10 quetzales asignados a ese ministerio, 7 se fueron en pagar salarios. No hubo, casi, para mejoramiento de escuelas, para materiales educativos, para alimentación escolar, para programas de capacitación. ¿Cómo piensa usted evitar la deserción escolar? ¿Cómo hará usted para que mejore el trabajo de los docentes y, con ello, la educación que se da en el sistema público?
Con el desarrollo social va también el del acceso a la salud, y el tipo de modelo que usted y su ministro piensan que es mejor para el país. ¿Seguirá apostándole a atiborrar los hospitales o va usted a emprender un modelo preventivo, en el que los centros de atención primaria tengan disponibilidad de vacunas y el personal capacitado para aplicarlas? ¿Va a ser gratuito y totalmente administrado por el Estado o estimulará usted la colaboración privada por la vía de patronatos? ¿Qué rol jugarán las oenegé en la promoción de hábitos saludables y educación para la prevención?
No descuidemos tampoco el tema de la seguridad. Ha tenido usted la suerte de recibir el gobierno en un momento en el que se experimenta una inercia positiva en la reducción de la tasa de homicidios. Esa es una tendencia por la que su gobierno debe luchar y esto implica, en primer lugar, contar con políticas de prevención del delito. Implica contar con una Dirección General de Inteligencia Civil que se dedique a identificar redes criminales y contribuya a desarticularlas. Implica también una policía capaz de resistir los sobornos, y con procedimientos permanentes para depurar a quienes delincan. Exige, por supuesto, arrebatarle el control de los centros carcelarios a las mafias que trafican vendiendo privilegios y utilizan los presidios como centros de operaciones para continuar delinquiendo.
Solo ahí tiene usted cuatro temas que los guatemaltecos esperaríamos escuchar en su discurso, para discutir soluciones, para enderezar el país.