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Una revista de sociedad, una mansión y una exactriz de telenovelas fueron los ingredientes para uno de los escándalos políticos más grandes de México.
El 9 de noviembre del 2014 la revista Proceso, el periódico La Jornada y el sitio Sin Embargo, hicieron una publicación en simultáneo junto al sitio Aristegui Noticias. Aquel reportaje fue una bomba que hizo tambalear al actual gobierno del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto y la imagen de su esposa, la exactriz de telenovelas, Angélica Rivera. Según el reportaje, el presidente mexicano habitaba una casa en el exclusivo barrio de Las Lomas de Chapultepec, construida y aún propiedad del Grupo Higa, que había sido beneficiado con la licitación de la construcción del tren México-Querétaro y que, mientras Peña Nieto fue gobernador del estado de México, ganó varias otras millonarias licitaciones.
Pero el escándalo había comenzado a gestarse en mayo de 2013 cuando Angélica Rivera, recién asumida como primera dama, concedió su primera entrevista como tal a la revista de sociedad y el corazón ¡Hola! Rivera había recibido a los fotógrafos y a la directora editorial de la revista, en una lujosa y moderna mansión que fue fotografiada y que, según datos, no formaba parte de la declaración patrimonial del nuevo presidente. En algún momento, queriendo mostrar la calidez de la primera dama, la entrevistadora lanzó una pregunta trivial con relación a los hijos de la pareja presidencial, cuya respuesta, políticamente correcta, desencadenaría uno de los peores escándalos que ha debido afrontar el gobierno de Peña Nieto. “En nuestra casa llevamos una vida lo más normal posible. Les he hecho ver (a los niños) que Los Pinos (la residencia presidencial de México) nos será prestado solo por seis años y que su verdadera casa, su hogar, es esta donde hemos hecho este reportaje”, dijo Rivera.

Aquella revista que contenía la entrevista mencionada y que iba acompañada con múltiples fotos de la mansión, fue comprada en un supermercado por Rafael Cabrera, uno de los periodistas que luego se incorporaría al equipo de Carmen Aristegui. Cabrera se obsesionó con la historia y movió cielo y tierra hasta encontrar datos que le dieran el vínculo entre la mansión, Grupo Higa, Angélica Rivera y el presidente de México. Poco a poco, con ayuda de otros periodistas que conformaban la unidad de investigaciones especiales de Aristegui Noticias, como Daniel Lizárraga, Irving Huerta y Sebastián Barragán, armaron la historia que, al ser publicada el 9 de noviembre del 2014, desató una tormenta cuyos efectos aún pueden sentirse en Los Pinos.
La manera en la que el equipo llevó a cabo la investigación, los recursos empleados, las técnicas periodísticas, el cruce de información, la forma de entrevistar a sus fuentes y de validar los datos conforma ahora un libro que, bajo el nombre de La casa blanca de Peña Nieto, ha sido publicado por Grijalbo y constituye una herramienta periodística valiosa para entender el desarrollo de investigaciones de esta envergadura.
Las consecuencias producidas a raíz de la publicación no se hicieron esperar. Como bien cuenta Carmen Aristegui en el prólogo del libro, estas se produjeron en lo mediático, político y judicial: “…fuimos sometidos a una grotesca maquinación cuyo propósito era sacar el programa del aire. Todo el grupo de producción y contenidos fue despedido de manera fulminante, por la simple razón de formar parte del programa cuya directora había rechazado, categóricamente, la aplicación de nuevos ‘lineamientos editoriales’”, dice. “…el reportaje de la casa blanca nos ha salido caro a todos. Creo, sin embargo, que ha valido la pena. Por lo menos para los periodistas”, concluye.
Esta publicación constituye una herramienta valiosa y útil, sobre todo para los interesados en comprender los oscuros entresijos del poder, así como la importancia de un periodismo valiente y decidido a preservar su independencia.