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La gran estafa de Roberto Montano

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Las apariencias engañan y nadie lo sabe mejor que las víctimas de Roberto Montano. El ingeniero en sistemas pasó de ser un jetsetter a un prófugo. Estafó al menos a doce personas (individuales y jurídicas), y al fondo de pensionados más grande de Estados Unidos y del mundo. La gran incógnita es: ¿qué hizo con los US$15 millones que recolectó?

(Esta nota fue publicada originalmente en la edición 124 de Contrapoder el 9 de octubre de 2015)
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Jorge Roberto Montano Pellegrini no es un asaltante armado, violento, ni cubierto de tatuajes. Su perfil corresponde al de un criminal de cuello blanco: profesional, bien vestido, sofisticado y de apellido ilustre. No intimidó ni forzó a sus víctimas para que le entregaran dinero. Los convenció de hacerlo voluntariamente.

El empresario era respetado e, incluso, envidiado en círculos sociales y económicos altos. Su vida de viajes, lujos y extravagancias parecía fruto de su éxito. Pero no era así.

ContraPoder reconstruyó su historia a partir de los testimonios de cuatro víctimas, cuatro abogados, uno de sus amigos y funcionarios del Ministerio Público (MP). Todos piden el anonimato pues el caso permanece bajo reserva.

Hoy, Montano se encuentra prófugo y su defensor, Jorge Luis Escobar Gómez, guarda prisión preventiva. El MP y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) sindican al abogado de integrar el Bufete de la Impunidad, acusado de sobornar a la jueza Marta de Stalling para que otorgara medidas sustitutivas a tres implicados en La Línea.

Los inicios

Montano nació el 30 de noviembre de 1965. Se graduó de ingeniero en sistemas de la Universidad Francisco Marroquín. Es un deportista de alto rendimiento, casado dos veces y padre de cuatro hijos.

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El empresario abrió un negocio de lavadoras industriales en 1987 que, creció y creció hasta que en 1999 tuvo un revés y cayó en bancarrota. Este fracaso precipitó el fin de su primer matrimonio y lo obligó a volver a empezar de cero. Se asoció entonces con unos inversionistas españoles y fundó el canal de televisión Dar TV. Sin embargo, como dice uno de sus acreedores, “el proyecto nació muerto” y solo le dejó deudas.

Pero el hombre de negocios se levantó de nuevo. En 2006 se enfocó en los proyectos forestales y la producción de energía renovable. Estudió el tema a profundidad y decidió dedicarse a la plantación de árboles de teca o tectona grandis. Se trata de una madera preciosa utilizada para producir carbón y construir barcos y piezas de lujo, como muebles y tableros de automóviles deportivos.

El empresario encontró tierras fértiles en Petén. Reunió US$700 mil –que recibió de parientes y amigos– y compró las primeras fincas. Las sembró y fundó Green Millenium. En 2007 viajó a Estados Unidos a vender el proyecto.

California Public Empleyees’ Retirement System (CalPERS), el fondo de pensiones más grande de Estados Unidos, compró el negocio y contrató como administrador a Global Forest Partners LP (GFP) –una compañía experta en inversiones forestales que administra proyectos valuados en US$3.4 millardos en diez países del mundo. Montano fue nombrado gerente general y representante legal.

El empresario inscribió, en representación de CalPERS, a dos empresas forestales, Ceibal y Chaklun, y las amparó bajo
el paraguas de Green Millenium. Y poco a poco, el grupo adquirió más fincas.

Ascenso y caída

El negocio prosperó y la vida de Montano se volvió cada vez más ostentosa. Sus amigos recuerdan que alquiló, durante un mes, un château en Fran-cia. Y que acostumbraba contratar instructores particulares de esquí durante sus viajes familiares a los Alpes suizos o las montañas de Colorado. “Se llevaba a dos empleadas domésticas para que atendieran a sus gemelos”, aseguran. Montano solía participar en triatlones y adquiría los últimos gadgets del mercado. Se jactaba de ser propietario de dos apartamentos de lujo en Miami (Florida), dos casas en zona 16 en la ciudad de Guatemala y propiedades en puerto de San José.

Cuando uno de sus amigos cuestionó su vida de lujos, él se limitó a responderle: “La tengo porque puedo”.

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Los amigos y conocidos del empresario no dejaban de sorprenderse de sus “excesos”. Sin embargo, nunca desconfiaron de la procedencia de su fortuna, puesto que se amparaba en su apellido y sus círculos sociales.

El GFP tampoco tenía motivos para desconfiar. Las forestales no suscribían ningún contrato sin la firma del representante legal y de los directivos en EE.UU. Y todos los cheques emitidos requerían de dos firmas: la de Montano y la de uno de los abogados del bufete que representa a los estadounidenses en Guatemala. El fondo realizaba, además, auditorías internas y externas y nunca encontró anomalías.

Pero la desmedida ambición de Montano causó su ruina. El negocio de la teca resultó tan rentable que decidió emprender uno nuevo y fundó Biogenor. La empresa, con sede en Estados Unidos, se dedicaba a investigar sobre la generación de energía a base de biomasa. El empresario proyectaba plantar jatropha y eucalipto para producir electricidad y decidió salir en busca de nuevos inversionistas locales y extranjeros.

Sin embargo, el proyecto de biomasa no despertó interés entre los bancos y empresarios guatemaltecos. Eso lo obligó a buscar alternativas para recaudar fondos: les propuso que financiaran las siembras de teca. A cambio les pagaría una tasa de interés del 14 por ciento y les daría como garantía las fincas de teca de las forestales.

El empresario, sin conocimiento del fondo estadounidense, empezó a recibir aportes de US$300 mil, $500 mil, US$1.5 millones y más. Los acreedores se sentían confiados, su estilo de vida los hizo pensar que se trataba de un negocio seguro. Además, si no les devolvía el dinero, podían ejecutar las garantías hipotecarias y convertirse en propietarios de fincas de teca en Petén. Así logró convencer a doce inversionistas de darle dinero.

Pero todo cambió en agosto de 2014 cuando los directivos del GFP comenzaron a recibir llamadas desde Guatemala: los proveedores de sus forestales Ceibal y Chaklun exigían sus pagos pendientes.

¿Cómo era esto posible? El dinero de las operaciones forestales en Guatemala era depositado religiosamente cada dos meses. Debía tratarse de un malentendido entre la administración local y los proveedores.

Una comitiva del fondo viajó a Guatemala para aclarar la situación. Tenía que haber dinero. Los directivos no solo habían recibido copia de los estados de cuenta de los bancos, sino que los habían verificado de forma electrónica. Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que, pese a lo consignado en los documentos, las cuentas estaban vacías. Exigieron explicaciones a Montano y, como este no supo qué responder, lo removieron del cargo.

El fondo descubrió entonces que Montano y su contador, Julio Oswaldo Cacheo Flores, habían falsificado los documentos contables. El engaño era tan sofisticado que cuando los inversionistas y los auditores ingresaban a los portales electrónicos de los bancos eran redireccionados, sin darse cuenta, a páginas simuladas.

Montano se las había ingeniado, además, para autorizar la firma de su contador en las cuentas. Por eso era que el bufete firmaba cada vez menos cheques y no se enteraron de las transacciones realizadas por el representante legal.

GFP hizo un hallazgo más. El empresario había falsificado actas de la junta directiva de las forestales y ampliado sus facultades como representante legal. ¿Por qué habría hecho tal cosa?, se preguntaban los estadounidenses. La respuesta llegó en septiembre, cuando inversionistas guatemaltecos tocaron a su puerta dispuestos a ejecutar las hipotecas que Montano les había dado en garantía.

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Mea culpa

Los inversores guatemaltecos no podían dar crédito a las palabras de Montano. Los visitó uno por uno para decirles más o menos lo mismo: “Te estafé. Usé los fondos para otros negocios, los gringos me cacharon y me sacaron. Lo lamento mucho. Si querés demándame, pero no tengo plata. Me la gasté toda”. Sus acreedores se quedaron fríos, ¿cómo era posible?

Él adoptó entonces un estilo de vida distinto. Se transportaba en una moto vieja y se lamentaba de su pobreza. Pero no se mostraba avergonzado y cuando se encontraba en la calle a los acreedores que había defraudado, se acercaba a saludarlos. A uno incluso le dijo “Estoy mejor de lo que pensé porque por lo menos no estoy preso”.

Pese a su aparente revés financiero, seguía frecuentando los mismos restaurantes y comercios. Incluso se inscribió en una competencia Ironman que sería en Cozumel, México, pero no participó.

Lo cierto es que las personas e instituciones estafadas acudieron a las forestales y se dieron cuenta que, si bien las hipotecas eran auténticas, los documentos que facultaban a Montano para otorgarlas eran falsos. Surgió entonces la gran incógnita: ¿de quién son las fincas de teca?

En septiembre de 2014, una de las víctimas, Juan Pablo Olyslager, presentó la primera denuncia en contra de Montano y su esposa, Anaité Alvarado. La Fiscalía contra el Lavado de Dinero tomó el caso y lo acusa a él y a su contador, Julio Cacheo, de asociación ilícita, lavado de dinero y estafa. A la querella se adhirieron las forestales Ceibal y Chaklun.

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El juzgado ordenó la captura de los sindicados, pero la única aprehendida fue Alvarado. La mujer, quien ya se había separado de su esposo, pasó la noche del 17 de septiembre de 2015 en la carceleta y tras rendir su primera declación la jueza Jisela Reinoso le otorgó una medida sustitutiva y le dictó arresto domiciliario. Montano y su contador permanecen prófugos desde entonces.

El caso, sin embargo, deberá ser asignado a otro juez pues Reinoso guarda privisión preventiva desde el jueves 24. El MP y la CICIG la acusan de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito, entre otros.De acuerdo con el MP, la deuda contraida por Montano asciende a US$15 millones y el número de agraviados guatemaltecos, entre empresas e individuos, a doce.

Los investigadores han logrado identificar a cinco de alrededor de diez abogados que legalizaron los documentos falsos. “Todos ellos son sujetos de investigación. Aunque algunos pudieron haber actuado por inexperiencia”, explican.

Las representantes de las forestales y los acreedores deben resolver quién se quedará con las tierras. Montano hipotecó 130 fincas, equivalentes al 95 por ciento de las 5 mil hectáreas adquiridas por CalPERS.

La gran incógnita del caso es: ¿dónde está el dinero? El MP dice que no hay propiedades registradas a su nombre, pero no informa a nombre de quién están sus residencias en Miami y Guatemala. “La prioridad es capturar y procesar a Montano. El MP no cuenta con suficientes fiscales y auditores forenses para seguir el dinero”, dice el investigador que lleva el caso.

Sin embargo, el abogado penalista y exfiscal Fernando Mendizábal, afirma que el fin de un delito económico es determinar dónde está el dinero. Si esto no se logra establecer, la acusación por lavado –que es el delito con mayor pena de los tres que se le atribuyen– no tendría sustento. Lo mismo sucedería con la de estafa.

En suma, mientras el MP investiga y las forestales y las víctimas buscan un acuerdo, Roberto Montano permanece prófugo.


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