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La primavera de Thelma Aldana

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La mujer reservada que se ganó el título de la fiscal de hierro, confiesa que haber tomado las riendas del Ministerio Público fue como revivir. Durante su gestión han caído funcionarios y narcos. 

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Thelma Aldana pidió la orden de captura para el mismo presidente que la nombró fiscal general de la Nación. “Le juré lealtad a la Constitución, no al presidente”, aclara. Sus lealtades son con el país, con los ciudadanos y con nadie más, enfatiza.

En un principio se pensaba que ella sería el delfín de Otto Pérez. Pero muy pronto demostró que era independiente y que sus esfuerzos eran sólidos y fuertes. A sus 60 años, tras uno y medio a la cabeza del Ministerio Público (MP), se encontró protagonista de la historia. Todo lo que pasó la tomó por sorpresa porque ni siquiera ella misma creía que iba a ser nombrada fiscal, mucho menos que su gestión llevaría a la cúpula del gobierno a prisión.

“Pensé que Claudia Paz y Paz iba a ser reelecta”, asegura, “sin embargo, también he pensado en que una debe participar y no precisamente para quedar. Mientras más mujeres participemos, más habremos en puestos de alto rango”, dice la fiscal que, en su período al frente de la Corte Suprema de Justicia, impulsó la lucha en contra del femicidio en el país. Y cuando Paz y Paz fue descartada en la fase final del proceso de elección, “creí que sería Anabella de León, después Eunice Mendizábal y, finalmente, que sería Julio Rivera Clavería. Cualquiera de los tres, menos yo”, cuenta.

THELMA EN COLORES

Thelma Aldana

Detrás de su mirada aguda, la que ha mostrado en cada conferencia de prensa y aparición pública, la que le ha construido el carácter de fiscal de hierro, hay en Thelma Aldana un brillo. Es una mujer feliz, sonriente, bromista. Detrás del caparazón que le permitió, sin titubeos, solicitar las capturas de Roxana Baldetti Elías y Otto Pérez Molina, está la persona que vibró desde su oficina cuando la plaza se llenó de gente harta de la corrupción y unida con el objetivo de presionar al Gobierno y exigir la renuncia de funcionarios sospechosos de haber desfalcado al Estado.

Es un carácter forjado desde muy joven. Desde el magisterio, sus años como estudiante en la Universidad de San Carlos, en la consejería del Juzgado de Familia en Quetzaltenango en los años 80, hasta la presidencia de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) en 2011. Nunca ha abandonado la seriedad. Se trata de una mujer que cosió con hilo de cáñamo el lomo de los expedientes de procesos judiciales a los 26 años y que a los 56, presidió la Corte.

Thelma es hija de una maestra de primaria y de un empleado de farmacia, que en los últimos años de su vida vio cumplido su sueño de ser el propietario. Aunque ellos no fueron a la universidad, se ocuparon de que sus hijos sí lo hicieran: una abogada, un médico y una pedagoga. Con ellos inició una tradición de profesionales, la hija mayor de la fiscal se gradúa el próxima año de licenciada en Mercadotecnia y el menor empezará la licenciatura en Cine y Producción en la Universidad Francisco Marroquín.

Thelma Aladana es una mujer acostumbrada al trabajo. Siempre supo combinar el trabajo con los estudios. Era estudiante de Derecho en el Centro Universitario de Occidente (Cunoc), en la época más difícil del conflicto armado. “Muchos de mis compañeros murieron por ser guerrilleros. Yo no integré ningún grupo. Sus desapariciones y asesinatos me indignaban y siempre participé en las protestas para que cesara la violencia contra maestros y profesores, especialmente de la Facultad de Derecho. Fui muy activa en movimientos y organizaciones estudiantiles”, cuenta.

Cuando estaba recién graduada se presentó a una plaza para la Sala de Apelaciones de Quetzaltenango, pero no la obtuvo. Le dejaron claro que no se la daban a ella por ser mujer, preferían a un hombre para el puesto. Quizá esa experiencia determinó el feminismo que ahora la mueve. “Lucho por los derechos humanos de las mujeres. Vivimos en una estructura patriarcal, diseñada y creada con mirada masculina”, opina.

Con la puerta cerrada en su ciudad, decidió viajar a la capital y pedir el puesto de secretaria en otra sala de apelaciones. La obtuvo y le quedó claro que “cuando Dios cierra una puerta es porque va a abrir otra”.

Entonces empezó una larga carrera que la ha llevado a todas las jerarquías del Organismo Judicial. Como jueza acumula “miles de sentencias”, ni ella misma las puede contar, pero algo asegura: ninguna condena a muerte.

Laboró también en la primera junta disciplinaria del Organismo Judicial, que pretendía ordenar la institución. “No hay tarea más difícil que la de juzgar a los pares. Jueces a jueces. Fue un verdadero reto formarla. Implicó mucha animadversión a lo interno porque no se comprendía la necesidad de crear la junta” recuerda.

A Thelma Aldana le gusta guardar la compostura. Su presencia en donde se encuentre, impone. Cuando se enoja no sube la voz. Dice las cosas de un modo muy respetuoso. Cuando toma confianza con sus colegas, llega a ser bromista, incluso ácida.

Alejandra González Godoy, quien fue asesora de la presidencia de la CSJ en tema de género durante el período de Aldana y ahora trabaja en la implementación del plan estratégico del MP, describe a la fiscal general como una mujer “metódica, puntual y ordenada”, cuyo horario de trabajo se extiende a todas horas: “Tanto puede revisar documentos a las 9 de la noche, como a las 5 de la mañana”.

Durante su magistratura en la CSJ, integró la Comisión de la Mujer y Análisis de Género, fue la principal impulsora de la creación e implementación de la jurisdicción especializada en delitos de femicidio y otras formas de violencia contra la mujer, así como en la justicia especializada en violencia sexual, explotación y trata de personas.

Como académica, ha sido catedrática de licenciatura y maestría de la Universidad Mariano Gálvez y de la Universidad de San Carlos.

THELMA EN ESCALA DE GRISES

ivan y thelma

Antes del vertiginoso 2015, Thelma Aldana generaba controversia. Claudia Paz y Paz era la “rebelde” y ella la conservadora que ocupó su lugar. Algunos sectores temían que la entonces magistrada de la Corte Suprema de Justicia, quien públicamente se había definido en el espectro ideológico “de derecha”, retrocedería los avances en procesos penales de la gestión de su antecesora, de corte izquierdista.

Pese a su carrera intachable, había sido vinculada al grupo Justicia para el Cambio del empresario Roberto López Villatoro, conocido como el Rey del Tenis. Un abogado influyente en procesos de postulación al Organismo Judicial. Encima, el proceso de elección a presidir el Ministerio Público, parecía viciado.

Viciado porque un amparo del abogado Ricardo Sagastume había desencadenado en la decisión de la Corte de Constitucionalidad de remover a Paz y Paz como fiscal general, supuestamente por haber rebasado el tiempo estipulado por la ley. Ella asumió en diciembre de 2009 y debía finalizar en mayo de 2015, por haber sustituido a Conrado Reyes, destituido por señalamientos de corrupción. Viciado, porque la propia Paz y Paz fue excluida por
la postuladora de la nómina final, pese a haber tenido la mejor calificación de todos.

Pero Thelma Aldana sorprendió. Se ganó la admiración de la gente por no haber titubeado, por haber sabido aguardar hasta alcanzar la más alta esfera vinculada a La Línea. En 2015, Aldana pasó de ser una conservadora, supuesta guardiana del statu quo, a una superheroína. Las redes sociales la dibujan así, a la par de Iván Velásquez con banderas desgarradas al final de una guerra. Vencedores.

“Eso no lo merezco”, expresa. “Lo único que he hecho es cumplir con mi trabajo. Reconozco el valor de muchísimos fiscales, auxiliares y trabajadores que lo dan todo. Por eso pienso que no lo merezco, pero me compromete y me motiva”. La plaza llena. Las banderas al aire. Un paro nacional. La fiscal admite que vivió con asombro la primavera guatemalteca.

Tomar las riendas del MP fue para Thelma Aldana, de alguna manera, revivir. Su carrera en el Organismo Judicial no daba para más, según lo acepta ella misma. En su despacho se encontró con “una gran fortaleza en las unidades de inteligencia, la Unidad de Métodos Especiales, la dirección de Análisis Criminales y la Criminalística”. Pero también halló debilidades que aún le preocupan, como la “falta de presupuesto, un retraso en más de 1 millón 280 mil casos, pobre gestión fiscal y la criminalidad, que sobrepasa las capacidades del MP. Pero, sobre todo, presencia en únicamente el 10 por ciento del territorio nacional, además de carencias por el abandono de muchas fiscalías”, enumera.

En ese contexto, Thelma Aldana se sumergió en el MP. Apenas tres meses después de asumir, vino el golpe contra Byron Lima Oliva, quien presuntamente lideraba una red en el Sistema Penitenciario que tocaba las más altas esferas de Gobernación. Por esta investigación fueron apresados el director del sistema Édgar Camargo y Eddy Fisher, el subdirector. Después, la solicitud de antejuicio contra el diputado Gudy Rivera del Partido Patriota, por su inter- ferencia en la independencia de la elección a Cortes de Apelaciones y Corte Suprema de Justicia; la captura del pre- sunto narcotraficante Haroldo Mendoza; el caso La Línea; y la cascada de golpes que, en la primavera de 2015, derrum- baron al gobierno patriota y las aspiraciones de Manuel Baldizón a la Presidencia al solicitar un antejuicio contra Édgar Barquín, su compañero de fórmula.

De todo lo que sucedió en estos días saca lo bueno: “Es un proceso que nos ha fortalecido como país. Que ha fortalecido nuestra democracia. Que nos ha demostrado el poder de la sociedad civil, particularmente impulsado por la juventud, por los universitarios”, analiza. Aunque también reconoce que le ha dado tristeza, que la caída de un gobierno es algo lamentable, un daño para el pueblo.

Cuando narra todo lo que vivió hace énfasis en su equipo, en toda la gente que dejó, al lado de ella, horas de sueño para seguir con la investigación. Ella, dice, es solo un eslabón. Un eslabón, con figura recta e inmutable, que dio el empujón a un cambio. Del abismo del gobierno y del despertar ciudadano.

Thelma Aldana

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