La UNE muestra el deseo de adaptarse al nuevo contexto político.
En un sistema político consolidado, con organizaciones partidarias e instituciones fuertes, la derrota electoral que sufrió la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) el pasado 25 de octubre, hubiese dejado al partido como un actor débil y sin gran relevancia. Sin embargo, los reajustes y vaivenes de la política nacional, han permitido que se posicione como el partido principal en el Congreso.
Todo esto no puede atribuirse completamente a la suerte o a la casualidad. Es de reconocer que esta organización es la única en Guatemala que ha podido mantener una cantidad estable de votos durante las últimas elecciones. Ciertamente, mucha de esta base social no necesariamente se cohesiona alrededor de una ideología ni siquiera de un liderazgo, sino del beneficio de los programas sociales, sobre todo para las familias en el área rural.
La ruptura de los partidos más afectados por la crisis política, Partido Patriota y Libertad Democrática Renovada (Lider), fue la variable que convirtió a la UNE en la organización con más miembros dentro del Congreso. Los diputados que salieron de dichas organizaciones, no se fueron al partido oficial como tradicionalmente se hacía, sino que optaron por crear nuevas marcas, con un menor número de diputados y, por ende, menos influyentes.
Todo esto dio la oportunidad para que Mario Taracena, un político a veces controversial, pero con una larga trayectoria legislativa, se convirtiera en el presidente del Congreso. Taracena, con su estilo particular, ha dado de qué hablar desde el primer día. A través de él, la UNE ha planteado una agenda interesante que contiene entre otros elementos, una reforma a la Ley Orgánica del Legislativo, la aprobación de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, así como una limpieza interna del Congreso. Esto inició el pasado domingo con la publicación de la planilla de la institución.

Hasta el momento, todo pareciera ir por buen camino. La UNE muestra el deseo de adaptarse al nuevo contexto político. No se ha posicionado como partido de oposición tradicional, interpelando ministros para bloquear la agenda y Taracena ha mostrado la intención de tener una buena relación con el presidente Jimmy Morales.
Estas señales de amistad y transparencia no se deben exclusivamente a una buena voluntad de parte del partido. En el contexto actual, la UNE no se puede dar el lujo de representar la “política tradicional”. Los movimientos de Taracena podrían ser parte de una estrategia bien calculada para reposicionar a la organización como parte de la lucha ciudadana. Estos cálculos políticos seguramente pasan por la mente de la líder de la organización, Sandra Torres, quien jugará un papel importante durante la presidencia de Taracena, con miras a revivir sus aspiraciones presidenciales.
Todo lo anterior nos plantea una paradoja interesante. Por un lado, la ciudadanía mostró su rechazo contundente a la política tradicional, al darle solamente un 33 por ciento del voto a la UNE en la segunda vuelta. Pero por otro, las prácticas de transfuguismo, acostumbradas en el sistema político, le permitieron a este partido captar una cuota de poder importante y de mucho protagonismo para el inicio de la nueva legislatura. Ahora con el control del Legislativo, la UNE usará la plataforma para congraciarse con un electorado que le ha sido históricamente adverso. Solo queda observar si, en efecto, los guatemaltecos le darán el crédito al partido o percibirán el esfuerzo por transparentar el Congreso como una lucha personal de Taracena.