Una mujer espera en una esquina. De inmediato, un vehículo se detiene junto a ella. El conductor le dice un par de cosas y, como la mujer se muestra incómoda, sigue su marcha. Una mujer dirige una conferencia de trabajo y, mientras explica un punto, uno de sus subalternos le mira los pechos. La mujer voltea a mirarlo con enojo.
Otra mujer lava los platos. El marido se acerca riendo, con el celular en la mano. “¿Qué estás haciendo?”, le pregunta. “¿Tú qué crees?”, responde ella, al tiempo que él se muestra enojado y se marcha, asegurando que pronto le ayudará con las labores.
Escenas como estas se suceden en un video producido por eldiario.es y se ha vuelto viral en las redes sociales.
La intención es mostrar cómo el machismo está en todas partes, hasta en las cosas más mínimas e insignificantes y, por ello, es tan difícil de combatir y eliminar. En un mundo que parece haber funcionado desde siempre bajo esta lógica y que ha naturalizado las prácticas de objetivación e invalidación de las mujeres, un video como este difícilmente será comprendido por aquellos que se resisten al cambio, justificando conductas obviamente impropias.
En diversos comentarios en las redes sociales puede una leer cómo el video es tachado de excesivo y de estar impulsando un feminismo desbordado que ha vuelto a las mujeres poco tolerantes, exageradas y vehementes.

Lo cierto es que sí, las mujeres nos hemos vuelto intole-rantes con conductas que si bien antes pretendíamos ignorar, ahora simplemente no dejamos pasar. Las mujeres que hemos cobrado consciencia de nuestros derechos y de nuestras capacidades, ya no permitimos que se nos ignore, excluya o que nuestro metro cuadrado de intimidad sea invadido. Tampoco tenemos miedo a que se nos tache de feministas, locas, exageradas o reaccionarias.
Sabemos que el patriarcado es así y que los derechos no se conceden ni se piden por favor, se arrancan. Otras, antes que nosotras, abrieron brechas y ahora nos toca llevar los avances de la igualdad hasta lo que a algunos parecen sus últimas consecuencias: lo cotidiano y doméstico.
Vale decir que la cultura machista –que no es de hombres o de mujeres, sino un sistema cultural generalizado– está tan enraizada, que nos cuesta darnos cuenta de las cosas que no son evidentes. Así, para el común de las personas, es fácil aceptar como violencia el maltrato físico hacia las mujeres pero no el verbal, emocional o económico, por ejemplo.
El caso es que el machismo se manifiesta por vías inimaginadas. Vías que incluso pueden ser confundidas con actos de buena voluntad, razón por la cual muchos siguen sin entender porqué una mujer se ofende cuando es piropeada por la calle o cuando es valorada por su belleza y no por su inteligencia.
Del mismo modo, se tiende a creer que todo mensaje que vaya en contra de las conductas machistas tiene a fuerza que provenir de un movimiento feminista extremo, que busca desvalorizar a los hombres.
Si se mira con atención, se verá que el video denominado Micromachismos, no pretende impulsar ninguna retórica feminista, sino dejar en claro que aunque el agresor no lo perciba, debe bastarle la actitud o la negativa de la persona agredida para parar.
Así, la pregunta sobre si esta lógica es feminista o no, sobra, porque está claro que lo que el video impulsa es un mínimo de educación para una adecuada convivencia social, así como el más elemental respeto entre seres humanos. Entonces, si todos deseamos una sociedad más justa, ¿por qué tanta resistencia cuando se trata de las mujeres?