Desde hace 30 años colecciono pedazos de la historia de Guatemala que muchas veces son olvidados: los sellos postales. Escrito por Alicia Álvarez, a partir de la entrevista a Nelson García.

Foto: Dafne Perez
Mi papá fue el que comenzó a coleccionar sellos postales. Recuerdo que se los compraba a un alemán en el Portal del Comercio. Yo tenía 14 años cuando me llamó la atención. En el colegio Don Bosco, donde estudié, también tuve compañeros a quienes les gustaba la idea de recolectar estampas y formamos un pequeño club filatélico. Ahora tengo 45 años, soy ingeniero químico y continúo con mi afición.
Siempre he estado pendiente de las colecciones que hace el Correo de Guatemala o si alguien sale de viaje, le encargo sellos postales de ese lugar. Así empecé a formar un muestrario de estampillas. Ahora las busco por eBay. Tengo más de 80 mil y son de todo el mundo. Muchas aún las guardo en sobres o en una caja sin clasificar. Siempre bien cuidadas, claro, para que no pierdan su valor.
Cuando entré a la universidad a estudiar dejé el pasatiempo de lado porque necesitaba concentrarme en la carrera. Después de graduarme, lo retomé. Ahora llevo 30 años en esto y formo parte de la Asociación Filatélica de Guatemala, donde participo como secretario de la Junta Directiva. Es una organización sin fines de lucro, conformada por 50 personas casi todas mayores que yo.
Hay personas que ven la filatelia como un fin para hacerse millonarios. Siempre que se acerca alguien a preguntar acerca del costo, le digo que no vea lo monetario sino lo intangible. Uno tiene la historia en la palma de su mano cuando sostiene la estampilla.
Como filatelista, uno elige el tipo de sellos postales que desea. Así, hay algunos que solo tienen de aves, de monumentos o de países. Yo tengo tres colecciones clave: la de Guatemala, que tiene casi todas las estampas que se han emitido en el país desde 1874 hasta la fecha; la de Rusia y la de personajes famosos de la historia como la princesa Diana o el papa Juan Pablo II. Mi sueño es tener una de Winston Churchill, primer ministro inglés durante la Segunda Guerra Mundial.
Las estampas son una clase de historia de Guatemala y del mundo. Gracias a ellas aprendí más acerca de los presidentes, los monumentos, los símbolos patrios y los personajes emblemáticos de cada lugar. En mi colección de Rusia, por ejemplo, hay varias estampillas de Marx y del Che. Unas de las más difíciles de conseguir en Guatemala, son las de la época de Jorge Ubico porque no se emitieron muchos sellos y son preciosos.
Hay personas que ven la filatelia como un fin para hacerse millonarios. Y sí, hay estampas que pueden llegar a valer US$2 mil pero hay otras que ni llegan a un dólar. Siempre que se acerca alguien a preguntar acerca del costo, le digo que no vea lo monetario sino lo intangible. Uno tiene la historia en la palma de su mano cuando sostiene la estampilla.

Más sobre la filatelia en Guatemala
- La Federación Internacional de Filatelia anunció, en 1937, el 7 de enero como el Día Mundial del Sello Postal. En Guatemala, la Asociación Filatélica se reúne una vez al mes y sus socios pagan una cuota anual de Q400.
- La Asociación es reconocida por la Federación Interamericana de Filatelia, la Federación Internacional de Filatelia y el Consejo Nacional Filatélico.
- El Consejo, que aprueba la elaboración de nuevas emisiones postales, está integrado por un delegado del Ministerio de Comunicaciones y Obras Públicas, un delegado del Ministerio de Finanzas Públicas, un delegado de la Asociación Filatélica de Guatemala, un connotado filatelista y un delegado de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala.
- Los sellos de Guatemala son de interés internacional. Una estampilla de una colección de los años 40 sobre el corte de café, puede llegar a valer hasta US$150.