Quantcast
Channel: Contrapoder
Viewing all articles
Browse latest Browse all 433

El periodismo guatemalteco

$
0
0

El fin de semana una colega, veterana periodista ella, me decía con nostalgia “el periodismo ya no es lo que era antes”.

En efecto, le respondí, el periodismo hoy ya no es lo que era antes. Tomemos por ejemplo lo que muchos colegas toman como la era heroica, del 60 al 85, un cuarto de siglo en el que la profesión sufrió los embates tanto de la guerrilla –Isidoro Zarco Alfasa– como del Estado de Guatemala –Jesús Marroquín, Roberto Girón Lemus, Irma Flaquer–. En términos técnicos, la profesión estaba realmente subdesarrollada, como subdesarrollado también estaba nuestro sistema político, que no permitía la crítica al poder, ni la investigación de los negocios públicos.

No digo que el sistema político condicione totalmente las posibilidades de mejoramiento del periodista –el caso de Ryzsard Kapuscinsky en la Polonia comunista confirma este aserto–, pero es cierto que esta profesión se da mejor cuando hay procesos de transición, en los que la represión de Estado se debilita, como sucedió en la España posfranquista, y más aún en regímenes democráticos que respetan el ejercicio de derechos ciudadanos.

Nosotros vivimos en Guatemala una democracia electoral, con elecciones periódicas, relativamente libres a nivel presidencial y con serias limitaciones a nivel municipal. Es un sistema que en la capital y algunas cabeceras departamentales, permite el ejercicio de la libertad de expresión, para reclamar información y emitir opiniones.

Como sucede con las prácticas electorales, el ejercicio de esta libertad es mucho más limitado en otras cabeceras municipales. En estas, ve uno más claramente la correlación entre desarrollo democrático y ejercicio periodístico: hay presiones sobre comunicadores sociales, los medios locales responden de manera más directa a los intereses de los sectores de poder, y la vida de los comunicadores corre mayor peligro que la de sus colegas de la capital.

En un contexto así, de irrespeto de autoridades locales a la integridad de los periodistas, es imposible que se desarrolle el periodismo de investigación y, en consecuencia, la prensa juegue una permanente función fiscalizadora y de denuncia. Y aun así, difunden ocasionalmente notas y reportajes que denuncian anomalías y abusos, pero a riesgo de poner en peligro su vida.

Por otra parte, las condiciones laborales de los periodistas en los departamentos son malas. No hay plazas estables y su trabajo es a destajo: se les paga por nota difundida. No tienen prestación alguna.

A pesar de este panorama, en la capital y en los departamentos hemos visto la emergencia de nuevas generaciones de periodistas, con formación universitaria y un anhelo por diferenciarse de las coberturas adocenadas, comprometidas, complacientes y corruptas que distinguen a varios de los medios, grandes y pequeños.

En esta nueva generación, que se expresa en medios web, radios comunitarias o medios tradicionales, se ve un afán, por una parte, de utilizar el periodismo como herramienta de concientización política, y por otra, de explorar nuevas zonas, más ajustadas a la técnica y a la ética profesional, de la tendencia liberal objetivista en la que se encuadra el periodismo nacional.

Lo que uno ve es innovación, en medios como Soy 502 y Nómada; una obsesión por documentar y cubrir todas las aristas de un evento noticioso, como sucede en Plaza Pública y el Centro de Medios Independientes de Guatemala –CMIG–, o una tendencia valiente para denunciar, como sucede con elPeriódico y La Hora.

Hay periodistas que además de cuidar la veracidad de sus fuentes, y de diseminar datos que no se conocen, tienen una pasión por el estilo, por la calidad expresiva y comunicativa de sus piezas. En este semanario, ustedes notarán ese afán, que ha dado recientemente reportajes y entrevistas modélicos.

A diferencia de lo que sucedía en la época heroica, lo que vemos hoy es más medios con calidad, más periodistas que se apegan al profesionalismo, y aunque las circunstancias no sean tan amenazantes en la capital como lo eran durante la etapa contrainsurgente, con un grado de valentía y temeridad comparable al de los mártires de la profesión.

Nos queda pendiente extender esas exigencias a los departamentos, una expansión que depende, como dije antes, del desarrollo de instituciones locales que garanticen la limpieza del juego político y el ejercicio de la ciudadanía.

Por supuesto, hay basura y en sitios tan visibles en los que audiencias despistadas la toman como el parámetro y la norma que define la profesión. Por fortuna, estas nuevas generaciones de las que he hablado, se encargan de darnos esperanza y de mostrarnos que hay medios en donde el periodismo es hoy distinto del de la era heroica, pero para bien: con mejores técnicas y más exigencias éticas.

A todos los colegas de Guatemala, les envío mi saludo solidario en este día en el que se conmemora el Día del Periodista.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 433