En diciembre de 1981, después de un fuerte ataque del EGP al destacamento militar del lugar, el general Benedicto Lucas García llegó en helicóptero a Nebaj.

Siempre reconocido por su primer nombre, para distinguirlo de su hermano mayor, el presidente Romeo Lucas García (1978-82), Benedicto ordenó a sus oficiales que reunieran a todos los hombres de la cabecera, les deseó feliz Navidad y les dijo que si no se abstenían de futuros actos de subversión, iba a quemar Nebaj hasta las cenizas.
“¡Si este pueblo no se compone en un mes, voy a ponerme al frente de cinco mil hombres, comenzando en Chimaltenango, y voy a acabar con la población entera si es necesario!”
Ni esta declaración ni quien la hizo fueron mencionados en el juicio a Ríos Montt. Para los habitantes del pueblo que sobrevivieron el año posterior a dicha declaración, incluidos siete a quienes entrevisté en julio, el discurso de Benedicto marcó la diferencia entre el régimen de Romeo Lucas García y el de Efraín Ríos Montt.
“Aquí hubo bala día y noche cuando el hermano del presidente Lucas, Benedicto, nos dio un plazo de 72 horas para que el pueblo se organizara para que la guerrilla no siguiera hostigando al Ejército. Si no, en 72 horas iban a llegar aviones para bombardear al pueblo. A los dos días fue el golpe de Estado, llegó al poder Ríos Montt y quitó a Benedicto del mando”.
En realidad, transcurrieron tres meses antes de que Ríos Montt llegara al Palacio Nacional y desalojara a los hermanos Lucas García del poder. Durante ese tiempo, el caos reinó. La innovación más efectiva del Ejército fue organizar una milicia bajo el nombre Patrullas de Autodefensa Civil para dar cacería, dentro de la población, a los simpatizantes del EGP.
Algunos patrulleros eran reclutas forzados; otros eran voluntarios cuyos parientes habían sido asesinados por el EGP. Su trabajo consistía en arrastrar de sus camas y matar a los sospechosos de ser guerrilleros. A menudo, estas ejecuciones extrajudiciales se basaban en falsas acusaciones de enemigos personales de las víctimas.
Cuando Ríos Montt asumió el poder el 23 de marzo de 1982, su invocación a Dios y la promesa de grandes cambios reconfortaron a algunos nebajenses. Pero el mismo día y durante las siguientes dos semanas, en una zona finquera al norte del pueblo, los soldados y los patrulleros mataron hasta 385 personas indefensas, incluidos mujeres y niños, en las aldeas de Ilom, Estrella Polar, Chel, Jua y Covadonga.
Muy cerca de Nebaj, el 22 de abril, los soldados ejecutaron a 25 hombres en la aldea de Acul. El 3 o 4 de mayo, después de descubrir un buzón con provisiones para el EGP en Tu Chabuc, los soldados detuvieron a 29 hombres, mujeres y niños, quienes se encontraban en los alrededores, y los degollaron.
El antropólogo estadounidense David Stoll visitó la región Ixil después del juicio por genocidio al General Efraín Ríos Montt y preguntó a los nebajenses si genocidio es la palabra que describe lo que vivieron en ese lugar a principios de la década de los ochenta. Este es un extracto de la nota originalmente publicada el 22 de noviembre 2013 en la edición 30 de la revista impresa.
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Y los comentarios al artículo por Ricardo Falla, S.J.: