Anabel Hernández, periodista y escritora mexicana que le ha seguido el rastro al Chapo Guzmán los últimos once años, explica a ContraPoder las implicaciones de la recaptura del capo.

El presidente mexicano Enrique Peña Nieto, al centro, el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, a la izquierda, y el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos Zepeda, aplauden durante una conferencia de prensa en la Ciudad de México, el viernes 8 de enero de 2016, después de la recaptura del famoso narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán. Peña Nieto anunció la recaptura de “El Chapo” seis meses después de que este escapara de una prisión de máxima seguridad. Foto: Rebecca Blackwell/AP
Existe un júbilo generalizado en México, luego de que oficiales de la Secretaría de Marina Armada de México dieran con el paradero y consiguieran detener al capo más buscado, el líder del cartel de Sinaloa, Joaquín el Chapo Guzmán Loera el pasado 8 de enero en la operación Cisne Negro.
Pero, detrás de la dicha del presidente Enrique Peña Nieto, de las felicitaciones del gobierno de Estados Unidos (EEUU) encabezado por Barack Obama y del revuelo causado por la entrevista que realizó el actor Sean Penn publicada en Rolling Stone, la realidad puede ser más tenebrosa. Más oscura.
La periodista Anabel Hernández García, autora de libros como Los señores del narco (2010) o México en llamas: el legado de Calderón (2012) observa con otros ojos los hechos y, tras indagar con sus fuentes, ofrece a este medio un panorama contrario a la versión oficial de la tercera aprehensión del narcotraficante más poderoso del mundo.
¿Cómo valoras la recaptura de Joaquín Guzmán?
Se ha montado un show en México y Estados Unidos respecto al arresto, con el distractor de la entrevista a Sean Penn y Kate Del Castillo. La recaptura solo lleva al Chapo de nuevo a prisión, pero ninguna de las tres anteriores fue neutralizado el cartel de Sinaloa.
¿Cambió el mapa de poderes del narcotráfico en México?
No veo grandes movimientos. El cartel de Sinaloa es una organización muy sólida. Tiene dos jefes principales: Ismael el Mayo Zambada y Guzmán. El primero es un poco mayor, más experimentado y es un hombre intacto que nunca ha visto prisión.
Hoy, el Mayo se convierte en el más importante, lo cual no quiere decir que su compañero deje de operar desde la cárcel del Altiplano, otra vez, como cuando fue apresado en febrero de 2014 y prácticamente usó la cárcel de centro de operaciones, como Pablo Escobar lo hizo con La Catedral en su tiempo.
¿Cómo queda parado el presidente Enrique Peña Nieto?
Bastante mal. La gente que no es conocedora de cómo operan estas alianzas, ni de la complejidad entre el gobierno central y el cartel, puede distraerse. Pero durante todos estos años, desde que el Chapo comenzó a ser investigado en 1993, nunca el Estado ha desmantelado sus redes de lavadores de dinero, los banqueros involucrados.
Cuando veamos a expresidentes, alcaldes, gobernadores de los estados, al director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) –la agencia de inteligencia mexicana–, al secretario de Gobernación… solo entonces podríamos pensar que la captura del Chapo significa un paso verdadero contra el cartel de Sinaloa.
¿Es cierto que mejora la relación México-EEUU?
Evidentemente algo sí, ya que realmente la recaptura no fue un asunto voluntario del gobierno de Peña Nieto, sino orquestado y llevado a cabo por Estados Unidos, por la oficina de Administración para el Control de Drogas (DEA, en inglés). Ellos hicieron todo el plan, no fue la Procuraduría General de la República (PGR). Pero por vergüenza, por pudor y por salvar la cara, no lo va a decir abiertamente el gobierno mexicano.
"Es el narco más poderoso de todos los tiempos... más que Pablo Escobar"