Tres trayectorias similares en desvaríos éticos, que convergen en intereses gracias al actual gobierno.
En vísperas de la toma de posesión, el hoy presidente de la república contaba de manera muy animada cuán generosa iba a ser la “televisión nacional”. Preocupado como estaba de no contar con presupuesto para contratar la difusión de la ceremonia en la que sería juramentado, Morales se manifestaba muy agradecido con el emporio de Ángel González por ofrecerle de manera desinteresada y espontánea cubrir, con el equipo de la “televisión nacional” tan solemne acto. Y además, la “televisión nacional” se ofrecía, de manera altruista, a ceder la señal a quien quisiera tomarla y sin cobrarle. Eso sí, con el logotipo del canal que lo iba a transmitir: TN 23.
De no haber sido por las protestas e insistencia de Canal Antigua y Guatevisión, la toma de posesión habría sido cubierta in situ solo por TN23, el único canal al que el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia (SAAS) –los encargados de organizar la ceremonia– habían autorizado entrar a la gran sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias.
No sé si esto es ingenuidad –expresar gratitud por una cobertura que de todas formas se hubiera tenido que hacer, porque la toma de posesión es un hecho noticioso ineludible– o el pretexto para justificar entregarse al emporio de radio y televisión, que trafica influencias de manera tan descarada.
Luego se supo que el nuevo secretario de Comunicación Social de la Presidencia sería el, hasta ese entonces, director del noticiero de Canal 13. Ya en estos días se menciona al director de la radio La Marca como el nuevo director de Radiodifusión Nacional.

Mientras esto se maquinaba alrededor de la toma de posesión, en el Congreso, uno de los diputados más incapaces, pero hasta ese momento más poderosos, un señor de nombre Luis Rabbé Tejada pretendía aferrarse a la presidencia de ese organismo. Y pretendía aferrarse a pesar de haber tenido una actuación que fue abiertamente en contra del deseo de cambio y de depuración que manifestaron decenas de miles de guatemaltecos en la Plaza de la Constitución.
Para quienes no lo conocen, Luis Rabbé Tejada es el excuñado de Ángel González. Ha tenido relevancia porque su excuñado lo empuja, ya que por méritos propios quizá nunca hubiese llegado a ser ministro de Comunicaciones del gobierno del Frente Republicano Guatemalteco (FRG), candidato presidencial del FRG; y Manuel Baldizón tampoco lo habría incluido en su Listado Nacional. Probablemente, tampoco hubiese sido director de medio de comunicación alguno, como sí lo ha sido en el emporio de su excuñado.
Este impresentable de la política y del periodismo se la jugó al viejo estilo: ofreciendo plazas en el Congreso y dinero en efectivo a cambio de que votasen por él.
Tanto era el interés de Ángel González por apoyarlo, que despachó a uno de sus ejecutivos corporativos a cabildear con los secretarios de los partidos. Pero para su infortunio, González se casó en las pasadas elecciones con Manuel Baldizón y esta apuesta única hizo que, en esta oportunidad, no repartiese espacios publicitarios suficientes en sus canales como para que el resto de excandidatos y secretarios generales se sintieran obligados con él.
Para no hacérselas cansada, la planilla encabezada por Mario Taracena y apoyada por el Movimiento Reformador (MR), Todos, Unión del Cambio Nacional (UCN), Compromiso, Renovación y Orden (CREO) y Visión con Valores (VIVA) obtuvo 102 votos –de 157 posibles– (recuerden que no se le dio posesión a Édgar Rolando Zamora, electo originalmente con VIVA) y Luis Rabbé tuvo que retirar su candidatura, a pesar del cabildeo hecho por el gobierno entrante.
Parece ser que Ángel González y Luis Rabbé no han entendido los signos de los nuevos tiempos. Y Jimmy Morales, a pesar de su lema “Ni corrupto ni ladrón”, no ha tenido empacho en aliarse con González, a pesar de que la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) cita a su consorcio como un corruptor de la democracia y traficante de influencias en el informe Financiamiento de la política en Guatemala. Mal inicio para el gobierno que fue electo porque la gente creyó que iba a actuar de manera distinta a los partidos de “la vieja política”.