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Guatemala cambia, si nosotros cambiamos

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Los guatemalteco vieron en Jimmy Morales lo que los estadounidenses buscan en Trump y Sanders: la posibilidad de cambiar la política tradicional. 

Guatemala cambia, si nosotros cambiamos

El presidente Jimmy Morales sepulta cualquier esperanza de cambio con hechos contundentes, en menos de tres meses de gestión. La vergonzosa tolerancia y por ende la aceptación del transfuguismo por parte del partido Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación), solo fue el inicio de una secuencia de eventos que hoy nos impone una selección de gobernadores que dista mucho de lo prometido en campaña. Hoy, la ciudadanía le apuesta a la selección de magistrados a la Corte de Constitucionalidad como el único salvavidas de un país que lucha a toda costa por no hundirse. Bajo estas condiciones, el cambio está en nuestras manos y aparenta ser ajeno a la gestión del presidente Morales.

La ciudadanía se encuentra en jaque ante una estrategia por parte del Ejecutivo y el partido oficialista para mantener viva la política tradicional y los poderes fácticos que han operado en Guatemala. Sin embargo, aún podemos evitar el jaque mate si cambiamos de estrategia y utilizamos las herramientas a nuestro alcance. Hemos demostrado que somos más y cuando encontramos un punto de convergencia somos capaces de derribar lo inimaginable, como lo fue la expulsión de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti del poder. Con la ratificación por cuatro años más de gestión de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala
(CICIG), los guatemaltecos mantenemos vivo al catalizador del combate en contra de la corrupción y la impunidad en Guatemala. Sin embargo, depende de nosotros, como ya lo demostramos durante “140 días de la primavera” en el 2015, garantizar que el Ministerio Público y la CICIG cuenten con el apoyo incondicional de cientos de miles de guatemaltecos y que los que pretenden mantener el statu quo son una minoría en decadencia, que cada día pierde más espacio ante una ciudadanía despierta y poco tolerante.

Pero el apoyo a CICIG y al Ministerio Público no es suficiente. Aunque ambas instituciones son una herramienta muy poderosa, se requiere que los guatemaltecos estemos dispuestos a cambiar o, para su efecto, a defender lo nuestro. Ya está claro que el cambio no se llevará a cabo ni por el gobernante de turno ni por su círculo cercano; el cambio tendrá que gestarse de afuera hacia adentro forzando el ordenamiento de los manoseados poderes de Estado y el aislamiento de los poderes paralelos. Pero este proceso será largo y tedioso, con muy pocos altos y cargado de bajos ya que, aunque son pocos los que no quieren que las cosas cambien, los guatemaltecos les hemos otorgado cuotas de poder que les permiten mantener la condición existente intacta. Si cambiamos, si exaltamos nuestros logros y si nos enfocamos en crear una mejor Guatemala para todos, haremos del poder ciudadano una fuerza infalible contra la corrupción y la impunidad.

Sin cambios radicales y sin exaltar nuestros logros, se nos hará muy difícil penetrar y disolver las estructuras tradicionales que tanto daño le han hecho a nuestro país. Sin permitir una participación equitativa de la mujer en todos los sectores del país, con la ausencia de modelos de negocio inclusivos en las comunidades indígenas, sin propiciar el desarrollo rural, fomentando el sostenimiento de privilegios históricos, permitiendo la proliferación de campañas mediáticas a favor de empresas que gozan de privilegios, contaminan el medioambiente y compran voluntades, será imposible que el rumbo que lleva esta noble nación cambie de curso. ¿Cuándo será el día en el que una mujer sea la presidenta del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF) o la encargada de manejar la Rectoría de la Universidad de San Carlos? ¿Cuándo entenderemos que nuestras instituciones, tanto públicas como privadas, deben de ser un reflejo de nuestra sociedad y ser inclusivas tanto en género como en etnia? ¿Cuándo llegará el día en el que le daremos la oportunidad a una generación que emerge con ideas que vienen a crear un sisma en las estructuras conservadoras tradicionalistas?

Llegó el momento de luchar por nuestros logros, por proteger lo que es nuestro, por impulsar a quienes se lo merecen y asegurarnos de que no se deje en el anonimato a los que cambian nuestro entorno. Llegó el momento de ver a doña Yolanda de Cofiño al frente del sector empresarial de la mano de Marcos Antil, de emular modelos inclusivos, democráticos y rentables como lo es el Banco de Desarrollo Rural (Banrural), y de impulsar a una nueva generación que busca un mejor país. Esta es la Guatemala que no está en venta, la Guatemala por la que juntos debemos luchar.

Nota: la columna fue publicada en la edición 145 de la Revista ContraPoder que circuló el 11 de marzo de 2016. Por errores en la programación web, no se subió al portal de la página. Ofrecemos una disculpa al autor. 


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