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Bienestar y familia

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En la actualidad, las películas raramente modelan matrimonios felices: Morticia y Gómez Addams y los esposos Fredricksen de Up son excepciones.

¿Cuántas parejas jóvenes se identificarán con los anticuados viejitos de Up, aparentemente opuestos al progreso, o con los locos Addams, obsesionados con lo macabro? ¿Estos ejemplos nos invitan a fundar una familia estable basada en un amor fiel hasta la muerte?

Si el arte es el reflejo de nuestra cultura, una cacofonía de disfuncionalidades parece reinar. Sin embargo, los científicos sociales encuentran que la familia sigue siendo una institución social insustituible, como ha sido en diversas culturas alrededor del mundo y a lo largo de la historia. En una encuesta reciente del centro de investigación Pew, preguntaron a estadounidenses: ¿Se ha vuelto obsoleto el matrimonio? Seis de cada diez personas respondieron que no es una institución obsoleta, aunque temen las implicaciones de la creciente tendencia a cohabitar sin casarse, o a criar hijos solos.

La Encuesta Mundial de Valores (EMV) desarrollada por una organización ubicada en Estocolmo, concluye que la familia es, por mucho, la institución social más importante en ojos de los entrevistados: 90.1 por ciento afirma que es muy importante. La religión, el trabajo, los amigos y sobre todo la política puntean más bajo que la familia.

columna Carroll

En todos los países, desde Perú hasta Noruega, y desde Canadá hasta Australia, la familia es la respuesta número uno. Es cierto que en la mayoría de países, “hay una presencia cada vez más frecuente de diferentes tipos de familia,” afirmó el sociólogo mexicano Fernando Pliego Carrasco cuando estuvo en Guatemala la semana pasada.

Autor de Tipos de familias y bienestar de niños y adultos, el Dr. Pliego explicó que la familia compuesta por padre y madre casados, con hijos biológicos, tiende a cubrir mejor las necesidades psíquicas y materiales de sus miembros, en comparación con otras estructuras familiares.

Yo había visto cifras para Inglaterra y Estados Unidos, pero el Dr. Pliego mostró las estadísticas levantadas en muchas otras naciones. La violencia contra la pareja o los niños, la deserción y el bajo rendimiento escolar, la delincuencia juvenil, el abuso sexual de niños y jóvenes, y el consumo de alcohol y drogas es considerablemente menor en familias de padre y madre casados, con hijos biológicos. No es cierto que da igual si uno se casa o no, exclamó el expositor.

La evidencia golpea fuertemente a quienes consideran que sus familias, tradicionales pero un tanto disfuncionales, les han hecho daño. Algunos padres heroicos que solos sacaron adelante a sus hijos, también reaccionan negativamente ante los datos.

El Dr. Pliego nos insta a hacer un análisis desapasionado de los números, pensando en lo que más conviene a las futuras generaciones, para luchar por y proteger el tipo de familia más conducente al bienestar de sus miembros. Contrario a lo que revela la encuesta EMV, los gobernantes creen que el Gobierno es determinante para el bienestar de las personas, y que deben intervenir y regular las relaciones familiares.

En algunos países el Gobierno se ha metido en el hogar, dictando a los padres cuántos hijos pueden tener y qué educación deben impartir, so pena de desmantelar el hogar. El Estado abusa de su capacidad de proteger a los menores contra potenciales abusos paternos y traspasa la barrera de la patria potestad.

Y hay formas sutiles de atentar contra la familia, mediante impuestos y leyes, inclusive unas que se inspiran en las ideologías que buscan la extinción definitiva del matrimonio y la familia. Pliego me recordó que Guatemala tiene un gran tesoro en sus valores y tradiciones profamilia que no debemos perder.


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